Durante un par de semanas, cuidamos a nuestros hamsters y los comenzamos a alimentar de la forma convenida, pero tuvimos un importante revés emocional y científico cuando uno de ellos falleció. Las causas eran ajenas al experimento pero como sólo teníamos un miembro en cada uno de los grupos, una baja ya supuso el reinicio de todo el experimento, además de un bajón económico y anímico muy importante. Pero nos repusimos y aprendimos de la experiencia. Para mejorar la calidad de la investigación debíamos tener varios sujetos expuestos a la misma variable, lo que además nos daría unos resultados más concluyentes. La tragedia también nos brindó otra oportunidad, volver a la idea original de emplear ratones de laboratorio. Reinventamos nuestro logo, nuestra imagen de marca y nuestro experimento, y volvimos a empezar.